Alan Estefan Torres

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Para ser líder, primero hay que chingarle.

Esto puede sonar contradictorio a lo que expuse en esta entrada, pero me explico: no es lo mismo tomar las fotos del bautizo de tu vecino cuando tienes 18 años, a liderar un equipo de 40 personas en una casa productora.

Todas las experiencias que sumes van a ayudar a que puedas encontrar maneras más eficientes de hacer tu chamba, mejorarla y por supuesto, liderear a uno o más subordinados, pero eso no significa que aunque tengas la lana suficiente para pagarle a alguien, tengas la capacidad de dirigirlo, ¿Quiubo?

Un ejemplo:

Hace un tiempo trabajé en una agencia productora, que para fines prácticos y legales llamaremos la "Agencia X".

Entré ilusionado porque por primera vez en años iba a desempeñarme en una posición relacionada 100% con mi carrera. La ilusión duró poco.

En la Agencia X no se hacían guiones porque no eran necesarios, no se hacían presupuestos por cliente porque eran una pérdida de tiempo, no había un inventario de equipo porque todo el mundo era responsable del mismo, en fin, así podría seguir un buen rato.

El dueño de la agencia tenía muy poca experiencia en el ámbito del audiovisual y los otros socios, solo estaban ahí para recoger las ganancias o para mentar madres cuando los productos no estaban a la altura de sus expectativas hollywoodenses, con presupuestos de "dos tortas y un chesco" (en otra entrada hablaré acerca del triángulo dorado de los proyectos creativos, pero no nos adelantemos).

Poco a poco fui tratando de poner en orden las cosas, tener juntas con los clientes, cotizar por uso de equipo, hora trabajada por persona en producción, hora trabajada en edición, realizar guiones y storyboards que tenían que ser aprobados por el cliente, hacer scoutings, castings, y por supuesto, lo más importante: decir que no se podía hacer algo cuando estaba fuera de nuestras competencias.

Aumentó el sueldo y aumentaron las responsabilidades, pero llegó un punto en donde ya no pude lidiar con la falta de profesionalismo de mi patrón. De un día a otro decía que sí a proyectos que eran completamente descabellados, como grabar un cine minuto para un candidato político de un día para otro o un motion graphics de 10 minutos en 5 horas.

Mientras la empresa ganara dinero, no importaba que fuera a expensas del tiempo de sus empleados.

No me malinterpreten, el jefe estaba lejos de ser un déspota, era comprensible y bastante bonachón, pero era un jefe -no un líder - que no tenía ni idea de qué era lo que estaba vendiendo, ni cómo hacer lo que le pedían y aunque se respaldó en gente como yo, al final muchos terminamos cansados de andar arriando con todas las locuras que se presentaban.

Traté de implementar procesos y ellos lo veían como un "ataque en contra de la creatividad", pedía que se me diera un presupuesto de producción y ellos no lo veían necesario porque se gastaba hasta que quedara, les decía que íbamos a quedar mal si aceptábamos un proyecto para el que no teníamos capacidades y me terminaban diciendo que todo se podía.

En fin, mi viaje en esa empresa duró un año, después de que salí, me enteré que todo lo que había trabajado, lo aventaron por la borda. La empresa quebró un año y medio después.

Con esto no quiero decir que yo soy el mesías que iba a salvar a la empresa del hoyo, estoy lejos de ser un buen administrador y nunca me metí con temas financieros, además tomemos en cuenta que el 2020 fue un año muy duro para muchos negocios, pero estoy seguro de que el golpe hubiera sido mucho menor si el patrón hubiera sabido hacer y cobrar por nuestra chamba.

Siempre he sido partidario de que para poder dar órdenes, primero tienes que saber el trabajo que conlleva hacer lo que estás pidiendo, estar consciente de las fortalezas de tu equipo, pero estar sumamente consciente de sus debilidades.

No hay nada peor para un cliente que sentirse engañado y tristemente, eso pasa en más agencias de las que me gustaría aceptar.

No fue hasta que cumplí 30 años que decidí que por fin era capaz de tener un equipo a mi mando, no por falta de talento, sino porque hasta esa edad pude decir: ya tengo las herramientas necesarias para que si alguien me pregunta qué hacer y cómo hacerlo, tenga una idea clara para responder de manera concisa.

Ojo, como dije anteriormente, estoy lejos de tener todas las respuestas, pero con el paso de los años y de las experiencias, mis habilidades son mucho más grandes que hace 10 años que salí de la carrera.

Reitero, el hecho de que tengas dinero para pagarle a alguien, no significa que tengas la capacidad de liderearlo, hay que chingarle, sudar, llorar y conocer todos los aspectos de tu negocio, desde abajo, para que el día de mañana te respeten porque sabes de lo que hablas y no que te vean como un “junior déspota” al que le pusieron su negocio.