Alan Estefan Torres

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Cánsate de cagarla.

Detalle de una escultura que formó parte de la exposición Vorm - Fellows - Attitude (2018) del colectivo Gelatin.

Cuando salimos de la carrera, nos topamos con una triste realidad: los sueldos son una mierda y todos y cada uno de los empleos requieren de experiencia.

Sí, es ridículo pensar que un recién egresado va a tener al menos un año de experiencia y aunque nos digan que "para eso sirven las prácticas profesionales", es un hecho que todos lo empleadores quieren personas con la experiencia de una persona de 40 en el cuerpo de una de 23. Bendito capitalismo.

Por eso es vital decir que sí a todo.

-Alan, ¿Me puedes hacer un logo?-

-Sí-

-¿Sabes hacer sitios web?-

-Sí-

-¿Bailas el Jarabe Tapatío?-

-Sí-

El punto es que aunque en el momento no sepas hacer las cosas, la gente no está esperando que seas el mejor cuando te encuentras estudiando la carrera, tienes oro entre tus manos: la oportunidad de cagarla.

Esa oportunidad desaparece una vez que entras al mundo "laboral real". Un cliente que te pagó $500 por un logo no puede ponerse los moños si entregas algo que no está a la altura de sus aspiraciones y puedes desarrollar un sinfín de habilidades que muy probablemente no habías hecho durante la tediosa carrera.

Ojo, esto no quiere decir que vas a hacer tu trabajo de a gratis, siempre cobra, aunque sea algo significativo, pero tampoco te quieras vender como Paul Thomas Anderson cuando ni a Enrique Segoviano llegas.

El mundo está hecho para los que tienen la iniciativa suficiente para decir que sí, las oportunidades se presentan pocas veces en la vida, no dejes que se te vayan de las manos.